“Nadie por sí solo tiene la solución para nada Nos
necesitamos los unos a los otros para cuestionarnos, para nuestros modelos de
consumo, nuestras formas de mirar, para querer conservar y no abandonar, para
arrimar el hombro y no dar la espalda. Entre todos tenemos que tender la mano.
Es nuestra tarea hacer posible un futuro sostenible y verde en nuestros
pueblos. Es en los márgenes donde se encuentra el cambio, donde hay un mañana,
donde otra forma de vida es posible... Una tierra donde sentirnos hermanos,
donde reconocernos y buscar alternativas y soluciones. Solo entonces pondremos
rascar más profundo y hablar de despoblación, agroecología, territorio…
Porque sucede, a través de la
palabra, que siento que mi amor y mi vínculo con el medio rural llega más
lejos. Cuando dejo atrás lo aprendido en los libros. Sucede y se hace real,
cuando dejo que hable mi experiencia. Cuando dejo que mi escritura y mi día a
día nazca de lo que he vivido.
De lo que forma parte de mí”.
Según datos de la ONU, el 68% de
la población mundial vivirá en grandes ciudades en 2050. En el caso de España, en
los últimos años y especialmente a partir de la crisis de 2008, se ha producido
un nuevo éxodo del campo a la ciudad, ante la incapacidad del mundo rural de
proporcionar oportunidades laborales cualificadas para una población formada en
una proporción sin precedentes históricos. Esto ha producido que surja una
creciente preocupación por el futuro de lo que a nivel mediático se ha venido a
llamar la España vaciada. Madrid, Barcelona, Sevilla e incluso Londres y Múnich,
han sido destinos habituales de benalupenses en la última década. Todo apunta a
que esta tendencia va a seguir creciendo y eso nos pone ante una perspectiva
pesimista del futuro de nuestros pueblos.
Sin embargo, yo creo que hay
ciertos motivos para la esperanza de que podamos construir un futuro rural
paralelo y conectado al de las ciudades, aunque esto requiere un compromiso por
parte de la clase política, empresarial y social. Como dice la autora de Tierra
de Mujeres, “nos necesitamos los unos a los otros para encontrar soluciones
y ponerlas en práctica”.
En primer lugar, el auge en los
últimos años de una serie de tendencias en el consumo responsable son una
oportunidad para la renovación y crecimiento en España del sector primario (el
más conectado con el mundo rural): la agricultura y la ganadería ecológica, la
preocupación del consumidor por evitar carne y derivados de animales que no
hayan tenido una vida digna, el consumo de proximidad para minimizar la huella
ecológica y favorecer la economía de la región, etc. En Benalup tenemos en el
Cortijo Bio, un claro ejemplo de que apostar por el emprendimiento en este tipo
de tendencias es una fórmula de éxito de futuro y una fuente importante de
puestos de trabajo en el mundo rural, tanto cualificados como no cualificados.
La modernización y cualificación de
la estructura comercial de los agricultores y ganaderos (ya sea de manera
individual o a través de la agrupación en asociaciones o cooperativas) debería
ser otra de las prioridades para hacer más rentable y sostenible el sector
primario, mediante la eliminación de intermediarios de la cadena de
distribución que no están conectados al campo, permitiendo un aumento de los
beneficios del agricultor.
Es una obviedad que el turismo es
otro de los motores de oportunidades en un pueblo como Benalup. El Fairplay,
Utopía o Wakana, junto con iniciativas como la ruta de la seta, la feria
internacional de fotografía de naturaleza, los conciertos de alto nivel de los
últimos tiempos o la noche con historia, explotan sólo una pequeña porción del
potencial turístico de Benalup como segunda línea de playa, puerta de los Alcornocales
y hogar de un rico patrimonio histórico-cultural (cuevas del Tajo de las
figuras, Torre de la Morita, centro de interpretación “Cádiz Prehistórico”,
Espacio Conmemorativo y ruta de los Sucesos, etc.) más o menos accesible y
aprovechado.
Pero nos equivocaríamos si pensásemos
que el futuro de la sostenibilidad demográfica de los pueblos pasa únicamente
por el sector primario y el turismo. La tecnología de la información y la
industria pueden jugar un papel importante en la misma. En lugar de verse como los
enemigos que están haciendo morir al campo, deberían considerarse como una
oportunidad de mejorar las condiciones laborales del medio rural para frenar el
éxodo a las ciudades. Cada vez son más los trabajos que se desarrollan
plenamente frente a un ordenador y cada vez importa menos estar físicamente cerca
de la fábrica, del producto o incluso de tu jefe. Este fenómeno favorece a dos
circunstancias: que sea más factible emprender lejos de las grandes ciudades y que,
aunque tu oficina esté en Barcelona o en Madrid, tú puedas trabajar a distancia
desde donde quieras.
Es probable que el teletrabajo,
que hoy en día está en fase experimental más o menos avanzada en algunas
empresas, se convierta, quizás no en una generalidad, pero si en algo bastante
común en los próximos años en aquellos sectores donde es posible. Esto, además
de ser una política en favor de la conciliación, del medio ambiente y de ahorro
para los negocios, es una grandísima oportunidad para que el lugar de trabajo
no sea necesariamente el lugar de residencia, y que de esto se aprovechen los
pueblos.
En cuanto al emprendimiento en
territorio rural, una startup se puede crear en la actualidad sólo con un
ordenador y una conexión wifi, por lo que tener la sede en una gran ciudad no
es tan relevante como podía serlo en el pasado. Prueba de que esto ya es una
realidad y que se están desarrollando políticas para impulsarlo son algunas
iniciativas como la realizada en Villahoz (pueblo castellano-leonés de 300
habitantes) el pasado mes de julio, donde se celebró el I congreso Europeo de
Repoblación Rural, o como Ruraltivity, Incubadora empresarial presentada por la
Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales para impulsar de forma integral,
gratuita y personalizada, proyectos de emprendimiento en el medio rural. En la
provincia de Cádiz encontramos ejemplos recientes de que el emprendimiento
lejos de las grandes urbes es viable, como las marcas de cerveza artesanal surgidas
en los últimos años en pueblos de la provincia (algunas de las cuales con
comercialización internacional), la Nespresso de la cosmética (Lesielle, con
sede en Jerez) o la empresa de alquiler de motos Muving (que, aunque su mercado
está en las grandes ciudades, tiene su oficina en el Puerto de Santa María). Recientemente
he oído que en Benalup tenemos un buen ejemplo de este tipo de emprendimiento, con
la marca de camisetas Bell Pepper, que Manuel Perez Mera ha creado junto a algunos
compañeros de carrera.
Dice María Sánchez “Es nuestra
tarea hacer posible un futuro sostenible y verde en nuestros pueblos. Es en los
márgenes donde se encuentra el cambio, donde hay un mañana, donde otra forma de
vida es posible... Una tierra donde sentirnos hermanos, donde reconocernos y buscar
alternativas y soluciones”. En este sentido, me gustaría reflexionar acerca de
que la repoblación rural no es sólo un beneficio para el pueblo como ente
colectivo, sino también para los nuevos pobladores provenientes de la ciudad.
Ante las advertencias de que la actual pandemia mundial son las enfermedades
mentales ligadas a la soledad, impulsada por el creciente individualismo, el
que fuera defensor del pueblo andaluz José Chamizo, defiende el sentimiento de
comunidad que sigue manteniéndose en los pueblos donde, aunque debilitadas,
siguen existiendo las redes de colectividad y vecindad que han desaparecido en
los barrios de las ciudades.
Si a la comodidad y beneficios
sociales de vivir en un pueblo, unimos oportunidades laborales de calidad,
políticas públicas que incentiven invertir y vivir allí y un modo de vida que
apueste por la ecología y el consumo responsable, el medio rural puede tener un
futuro brillante.
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